Capitulo 5

- ¿Qué ha... pasado?- pregunté confundida. Me sentía como si me hubieran dado una bofetada, haciéndome volver al mundo real. Adam me miró sorprendido, pero después adoptó esa expresión tranquila y pasota tan típica de él.

- Aquí a tu amiguito, que le ha poseído un demonio.- contestó él, encogiéndose de hombros. Adrian no parecía atento en Adam, sino que me miraba con una sonrisa maliciosa.

- Qué humana tan interesante.- exclamó, mientras yo frotaba mis dedos en la sien, intentando saber por qué le había besado. Ni siquiera me gustaba. Puaj. Simplemente de pensar en ello me entraban arcadas.

- Bueno... - continuó Adam.- Es hora de que vuelvas derecho al infierno.- sacó el collar que había, según él, liberado a los demonios. Adrian rió, divertido ante el comentario.

- No creo que vuelva tan pronto.- replicó él, como si hubiera algo que Adam hubiera pasado por alto, y que él conocía a la perfección.- Me temo que este humano tendrá que esperar unos cuantos años hasta que pueda manejarse por sí mismo.

- Eso ya lo veremos.- formuló unas palabras en otro idioma, y el colgante se abrió, provocando que una especie de tornado en miniatura saliera de él también. Solo que ninguno de nosotros era atraído por el viento. Adam estaba confuso, su cara lo reflejaba, además de él ceño fruncido, que significaba que estaba frustrado. 

- Bueno... - hablé yo, incómoda.- ¿Cuándo vas a cazarlo?- pregunté, mientras le miraba fijamente, esperando que hiciera algo que tuviera como consecuencia al demonio gimiendo de dolor, o una cuerda atada sobre su cuerpo. O algo. Simplemente que hiciera algo. Él frunció el ceño todavía más, si eso era posible.

- Se supone que esto debía hacer algo.- comentó haciendo un puchero y cruzándose de brazos como un niño pequeño.- Podría haberme equivocado.

- No lo has hecho.- replicó el demonio.- Estás en lo cierto. Eso me llevaría de vuelta al infierno.

- ¿Entonces... - gruñó Adam- ¿Por qué no lo ha hecho?- Adrian sonrió, triunfal.

- Se te olvidó una pequeña cosita, ángel estúpido,- dijo él, con una voz fría y queda.- El beso de la persona que nos liberó anula el conjuro.- se acercó a mí, y cogió un tirabuzón perfectamente ondulado de mi pelo oscuro. Yo me aparté rápidamente, y me giré en dirección a Adam, confusa.

- ¿Qué significa eso? ¿Qué demonios quiere decir con eso?- inquirí. Él me miró, con un brillo de enfado e ira primero y dijo:

- ¿¡Pero tú es que estás mal de la cabeza!? ¿¡¡Eres imbécil o qué te pasa!!? ¿¿Se puede saber por qué le has besado??- gritó. Yo alcé las cejas, asombrada.

- Yo... yo no quería besarle.- escupí morruda.

- ¿Entonces fueron las fuerzas de la naturaleza las que te impulsaron a comerle los morros?- adivinó él, mirando a mis labios. Seguramente estuvieran hinchados, o rojos, debido al beso ferviente de antes.

- ¡¡Yo no tengo la culpa de que él fuera un demonio!! Además- añadí, furibunda- lo que haga o con quien me bese no es asunto tuyo.- mentí. Yo no habría querido besar a Adrian en mi vida. Bueno... tal vez no en tanto tiempo. Pero aún así, no le habría besado hoy precisamente.

- Te equivocas. Si besar a alguien supone el que esa persona sea un demonio que quiera vengarse de los humanos, sí es asunto mío.- contestó con frialdad.

Adrian me cogió de la cintura, sobresaltándome. Parecía sumamente divertido con la conversación mía y de Adam.

- La pequeña Juliet tiene razón.- apoyó Adrian.- Fui yo quien la obligó a besarme. Ya sabes... ¿Adam, no?- preguntó, con una sonrisa astuta. Adam apretó los dientes, pero no dijo nada.- Los demonios somos conocidos en el mundo de los ángeles por nuestras poderosas fuerzas de coerción.

Aquí os dejo otro capitulo de la historia. Espero que os guste. 

No se os olvide comentaaar

Savannah♥